Aumenta la conciencia del propio cuerpo y sus movimientos ya que, clase tras clase y de una forma divertida y sana, se produce una mejora de la coordinación.
Mejora la lateralidad (derecha-izquierda), una característica muy importante para el desarrollo cognitivo de los más pequeños.
El ballet requiere que sus componentes sean conscientes de sus compañeras/os y coordinen sus movimientos. Esto obliga a trabajar en equipo.
Aprenden un nuevo lenguaje, no verbal, enriqueciendo su capacidad comunicativa.
Promueve el desarrollo de un sentimiento de pertenencia muy arraigado, percibiendo las clases de ballet como su “pequeño mundo” donde desconectar de la rutina y sentir seguridad.
Exige gran concentración y capacidad para memorizar y enlazar los pasos, lo que ayuda a trabajar la agilidad mental preservando la salud cerebral.
Fomenta el desarrollo del sentido del ritmo y la musicalidad, la necesidad de seguir la música obliga a asimliar e interpretar el sonido, lo que estimula el cerebro y evita su envejecimiento.
Gracias al ballet, aprenderá valores esenciales como concentración, disciplina y perseverancia.